El jinjolero es una especie arbórea caducifolia de 5-8 metros de altura, muy ramificado, con ramillas de color verdoso, zigzagueantes y colgantes, espinosas.
En nuestras huertas requiere pocos cuidados, sin embargo debemos prestar especial cuidado con los numerosos 'pollizos' que salen en su entorno y que debemos quitar cuanto más jóvenes mejor con objeto de que nos resulte más fácil.
También debemos llevar especial cuidado con sus fuertes pinchas (estípulas espinosas), resultado de su adaptación natural para protegerse de los herbívoros, y que actualmente no parecen tener más misión que la de recordarnos a su árbol genealógico cuando tenemos la desdicha de catarlas.
Sus frutos son en drupa globosa con aspecto de aceituna de unos 2-3cm de longitud, aunque existen variedades injertadas que producen frutos de 5-6cm de longitud, y se recolectan escalonadamente entre finales de Septiembre y Octubre y son de color rojizo en la madurez, presentando un cierto sabor agridulce.
Historia y leyendas
Don Pedro Cascales fue un hidalgo murciano que acompañó al entonces príncipe don Alfonso, más tarde conocido como el rey sabio, en la conquista del Reino de Murcia. Y, según cuenta el escritor Antonio Galera, en una carta que años después mandó al Adelantado del Reino, dice que cuando el joven infante terminó de inspeccionar las tierras que recién acababa de recuperar para engrandecer aún más el extenso reino de su padre, exclamó admirado: «Esto es un auténtico vergel, y si alguien me dijera que aquí fue donde Adán y Eva vieron por primera vez la luz de la naturaleza, yo me lo creería sin oponer resistencia».
Llamó la atención del príncipe que luego fue rey, con el título de Alfonso X, frutas y otros productos de la huerta que en otros lugares no había visto ni comido nunca, como son las níspolas, las peretas, los jínjoles, los membrillos, las membrillas y las lechugas romanas.
Según algunas fuentes, la corona de espinas de Cristo fue hecha con las ramas del jinjolero africano.